Mujeres futbolistas

REPORTAJE

Repaso histórico desde las pioneras del balompié nacional hasta las actuales campeonas del mundo

Rosa Campos Gómez

A veces advienen acontecimientos de una enorme envergadura social que “tiran de la manta” por sí mismos, el ejemplo más reciente lo tenemos en el que nos ha ofrecido la selección femenina de fútbol de España, que nos ha dado la alegría de ver cómo ganaban el campeonato mundial, una proeza que nos llena de admiración y de ese orgullo transparente y contagioso que siempre sienta bien.

No les ha sido fácil a las jugadoras de fútbol llegar a ser las profesionales que son ahora. Tesones, circunstancias y devenires que, a no ser por la gran gesta que han conseguido, seguirían escondidos por esa manta que cubre la senda que conduce al olvido.

Este éxito conseguido también levanta la alfombra que ha tapado adversidades. Indagar en los albores de este juego realizado por ellas para conocer, al menos en nuestro país, una trayectoria que es dina de saberse.

Algunos nombres en su historia

El primer equipo de fútbol femenino registrado del que por ahora se tienen datos es el Spanish Girl’s Club. Escribe Sarah Romero en Muy Interesante: “Jugaron el primer encuentro oficial el 9 de junio de 1914 en el campo Real Club Deportivo Español (…). Todas las futbolistas habían disfrutado (o sufrido) de un entrenamiento de 45 días antes de este primer épico partido. El evento tenía carácter benéfico”. Al futbolista Paco Bru le encargaron configurar este equipo de mujeres que bregaron contra padres, maridos o hermanos, que tenían que dar el consentimiento para que las jugadoras que vistieran con ropa cómoda -pantalón y camiseta-, y se ducharan después del partido, como hacían los hombres. Fueron tildadas de “marimachos”, concepto que Bru corregía diciendo que eran “sportwoman”. El Montserrat-Giralda, dos equipos formados por mujeres que pertenecían a mismo grupo, dieron el juego. Se les reconoció buenas tácticas deportivas. Iniciaron un periplo por localidades catalanas, con proyecto de salir a otras regiones, incluso a tierras francesas; no pudo ser porque la I Guerra Mundial se echó encima.

Irene González Basanta (La Coruña, 1909-1928) en la década de 1920 tuvo el arrojo de fundar un equipo: Irene CF, del que fue capitana, además de portera, en el que era respetada y valorada por los jugadores de su equipo, pero la tuberculosis le impidió continuar. Para atender los gastos de la enfermedad empeñé ropa y enseres que fueron rescatados con lo recaudado en un partido que se jugó para ayudarla. Murió con tan solo 19 años. Dejó su legado, como indica la letra que las niñas entonaban: “Mamá futbolista quiero ser/para jugar como Irene que juega muy bien”.

Ana Carmona Ruiz (Málaga, 1908-1940), a mediados de los años 20, entraba al estadio vestida de mujer y salía al césped como un hombre, con la camiseta -que escondía sus pechos vendados-, el pantalón del Sporting Club de Málaga y el pelo recogido bajo una gorra, metamorfosis que le valió el apodo de ‘Veleta’, nombre con el que figuró en el Vélez CF para pasar desapercibida como mujer. Respetada y admirada por la mayoría de sus compañeros de equipo por su destreza, y por lo mismo envidiada y rechazada por algunos otros, maltratada por autoridades y por quienes no aceptaban una mujer futbolista, tras acusarla de escándalo de orden público y apedrearla consiguieron que le raparan el pelo y sufriera arresto domiciliario. Jesús Herrero, investigando sobre fútbol en Málaga, descubrió su historia.

En la II República, las secciones femeninas de algunos clubes disputaron sus primeros partidos, pero los años de dictadura apagaron el fulgor generado. A inicio de los 70 el balompié recobró fuerzas empezando a generar una expansión que no ha dejado de crecer.

Todo fue rápido… y lento

El Sizam-Mercacredit, jugado el 8 de diciembre de 1970 en el estadio Boetticher-Villaverde (Madrid)-, con resultado de 5-1, rompió con las estrecheces de miras impuestas a las mujeres. Contó una masiva afluencia de espectadores -8.000 personas-. Este partido fue impulsado por Rafael Muga, quien hizo una gran labor en pro de las jugadoras que iniciaron el camino del fútbol profesional. Formó el equipo de la selección nacional en 1971 -que no fue reconocida oficialmente por la Real Federación Española de Fútbol ni por la FIFA hasta 1983-. Al no tener apoyo de la federación, eran las propias futbolistas quienes pagaban los gastos de viajes, alojamiento y manutención, vendiendo papeletas de rifas y revistas sobre fútbol femenino que organizaba Muga y que contaba con patrocinadores.

El presidente de la RFEF opinó en 1970: «No, no estoy contra el fútbol femenino, pero tampoco me agrada. No lo veo muy femenino desde el punto de vista estético. La mujer en camiseta y pantalón no está muy favorecida. Cualquier traje regional le sentaría mejor». Sin embargo, y a pesar de que las críticas desde distintos flancos no cesaban, ni las jugadoras ni su entrenador permitieron que mermaran sus aspiraciones.

El 21 de febrero de 1971 tuvo lugar en La Condomina (Murcia) el España-Portugal, el primer partido de la historia de la selección femenina española. El resultado fue de 3-3. Tampoco aquí se les puso fácil: oposición de la Sección Femenina de Falange y de la Federación Murciana intentando paralizar el partido, el árbitro sin poder llevar el uniforme federativo por decisión de la RFEF… Pero hubo partido, y las gradas llenas. El Italia-España, primer encuentro en el extranjero, fue ese mismo año en Turín. Quedaron 8-1. Las italianas eran subcampeonas del mundo.

Victoria Hernández (Madrid, 1958) fue la primera futbolista española en firmar un contrato, lo hizo el 2 de agosto de 1971, con el Olímpico de Villaverde -antes Mercacredit- 4.000 pesetas, más un extra de 250, como mínimo, por cada partido jugado, que podría aumentar por buen comportamiento y eficacia. Fue requerida por un equipo francés, pero decidió quedarse en España. Siguió en la brecha, sin colgar las botas hasta los cuarenta años. En 1971 entró en la selección femenina de España no oficial y en 1983 jugó con la ya oficial.

Concepción Sánchez Freire (Madrid, 1957), Conchi ‘Amancio’, metió los cinco goles a favor del Sizam en el partido antes citado. Fue la primera capitana de la Selección Femenina en 1971. Dos años después partió hacia Italia con un fichaje de 75.000 pesetas; tenía 15 años y era la cuarta española, tras tres hombres -Luis Suárez, Luis del Sol y Joaquín Peiró- que salió al extranjero. Jugó en clubes italianos, con los que consiguió, entre otros trofeos, siete Copas de Italia. A pesar de ser una de las mejores jugadoras de Europa, nunca la llamaron para incluirla en la selección oficializada en 1983. Formó parte del Arsenal Women Football en 1996-97, ganando el partido frente al Liverpool con un gol suyo. Fue jugadora profesional hasta los 40 años. Marcó alrededor de 600 goles. Aunque su actividad dentro del fútbol continuó, creando en 2010 la escuela de fútbol femenino ‘Filton College’, en Bristol (Inglaterra).

Formaron parte de esta selección, además de las citadas, Carmen Arce ‘Kubalita’ -primera portera de la selección-, Inma Castañón, Mari Carmen Álvarez Matey, María Ángeles Pérez ‘Quilla’ e Isabel Fuentes, entre otras. Desarrollaron y demostraron una excelente técnica y valores en el campo de juego.

Cosecha

Muchas más, junto a todas las nombradas, fueron propulsoras de esta Selección que este verano ha obtenido, frente a la también formidable selección de Inglaterra, esa merecida victoria en el Mundial Femenino 2023 celebrado Sidney,  potente grupo compuesto por las jugadoras Cata Coll, Misa Rodríguez, Enith Salón -porteras-; Laia Codina, Olga Carmona, Ona Batlle, Rocío Gálvez, Oihane Hernández, Irene Paredes, Ivana Andrés –defensas-; Irene Guerrero, Teresa Abelleira, Claudia Zornoza, María Pérez, Aitana Bonmatí, Alexia Putellas –centrocampistas-; Jenni Hermoso, Salma Paralluelo, Esther González, Athenea del Castillo, Mariona Caldentey, Eva Navarro, Alba Redondo –delanteras-.

Las cosechas suelen conllevar mucho esfuerzo, dedicación y cuidado en el proceso que va de la semilla al fruto, y esa evolución la percibimos en las futbolistas españolas con su buen hacer y con sus reivindicaciones, demostrando que se pueden lograr objetivos de necesario respeto y de igualdad en derechos, así como en el apoyo que les brinda la mayoría de la sociedad y en la protección que ofrece una buena ley. Ley y sociedad que apoya a Jenni Hermoso, por ejemplo -jugadora que no necesita de protecciones intermediarias-. Por estos factores, y aunque en principio pueda no parecerlo, somos una sociedad mejor.

“Pronto aprendí que la pelota nunca viene hacia uno por donde uno espera que venga. Eso me ayudó mucho en la vida, sobre todo en las grandes ciudades, donde la gente no suele ser siempre lo que se dice recta”, dijo Albert Camus en una entrevista, y más adelante explicó: “Después de muchos años en que el mundo me ha permitido variadas experiencias, lo que más sé, a la larga, acerca de moral y de las obligaciones de los hombres, se lo debo al deporte”, y es que el deporte puede abrir puertas a un mundo de mejores relaciones con sabias posibilidades, tanto para quienes juegan como para quienes miran el estimulante espectáculo.

* Con lectura de artículos de Guiomar Huguet Pané (nationalgeographic.com), Mayca Jiménez (AS), Delfina Corti (hoysejuegafem.com), Miguel Ángel Ortiz (Panenka), entre otros.